martes, 26 de abril de 2011

¡Córtate! Viviendo un estreno en el corazón de Madrid.

Uno de mis muchos miedos al llegar a Madrid era olvidarme de las estrellas. De levantar la cabeza. Mirar al cielo. Sonreír. Y pensar...

Me gustan las estrellas. Son tan diferentes, y tan iguales. Me gusta mirar al cielo. Cuando lo hago siempre sonrío. Nunca sé muy bien por qué. Pero siempre sonrío. Me gustan las estrellas. Mirarlas todas y no ver ninguna. Verlas todas y mirar sólo una. Saber que están lejos. Saber que lo que veo no es más que lo que fueron y que muchas de ellas ya no lo son. Pero yo las veo… y pienso, y sonrío.



Noche del jueves 14 de abril de 2011. Son alrededor de las nueve de la noche. La temperatura es primaveral y está oscureciendo. La ya centenaria Gran Vía de Madrid está tan viva y ajetreada como siempre. No lo puede evitar. Sigue poniéndose nerviosa cuando hay un estreno. Estoy en la Plaza Callao. Desde aquí veo el Edificio Carrión, más conocido como Edificio Capitol. La ciudad vio crecer sus catorce plantas entre los años 1931 y 1933. En la cabeza del edificio las luces del neón de Schweppes, que ya ha pasado a formar parte de la imagen de la ciudad, juegan unas con otras. En los pies solía albergar una de las salas de cine más importantes de Madrid, los cines CAPITOL.

Bienvenidos a una noche de estreno en Madrid. No hay alfombra roja, ni tampoco hay limusinas, ni relámpagos de flashes que se amontonan unos con otros. Pero es una noche de estrenos. Siéntete importante. Última mirada al cielo. Sí, siguen ahí. Desde Madrid también se ven las estrellas... 

Y… ¡allá vamos! Hay una gran masa de personas en las puertas de los cines CAPITOL, más de las esperadas. La cola para sacar las entradas es interminable. La expectación se respira en el ambiente. “¡Córtate!” gritan algunos participantes entre risas mientras se adentran en la maraña de personas que están entrando a los cines. Ese es el nombre de lo que hoy nace. ¡CÓRTATE!  Hoy es el estreno, el primero de muchos. El estreno de los estrenos.


Entramos y nos recibe una gran pantalla de cine. Sobrecogedora. Todas las butacas de la zona central de platea están reservadas. Hay actores que van de aquí para allá. Parece normal estar entre ellos pero, para mí, no lo es. ¡Anda! ¡Mira allí! Pero si es Juan Cuesta (José Luis Gil) de “Aquí no hay quien viva”. Y Fidel (Eduardo Casanova) de Aída. ¿Ese no es Alex de la Iglesia? Sí, sí, sí. Es Alex de la Iglesia. Se apagan las luces. Murmullos. Video de presentación. Los pelos de punta. El sonido de una voz nos da la bienvenida. Son cinco cortos y… ¡es hora de empezar!

En las palabras de cada uno de los directores de cortometrajes se intuye el entusiasmo, la energía y la ilusión que han puesto en la realización de sus trabajos. Los cortometrajes abordan temáticas muy diferentes. Con unos te ríes, con otros pasas miedo y algunos te hacen pensar, y mucho. Los hay de todos los colores. Todos diferentes. Para todos los gustos. Y, envueltos en aplausos, llegamos al final de los estrenos, que no de la noche.

La fiesta continúa. Con la entrada de ¡CÓRTATE! hay una consumición gratuita en el Larios Café. Un local que está muy cerca de CAPITOL en el que se puede disfrutar de una copa rodeado de los actores, directores de cortos y demás asistentes del estreno. Los techos son altísimos y la decoración es muy elegante y cosmopolita.

Y os preguntaréis: ¿Quiénes son los responsables de todo esto? Y yo os contesto a modo de cabecera de noticia:

“[ The house of films ] y Raúl Cerezo, codirector del Festival Escorto, lanzan ¡CÓRTATE!, estrenos de cortometrajes mensuales en los cines CAPITOL de la Gran Vía de Madrid. Todos los meses, por el módico precio de 2€, podrás ir de estreno y disfrutar de los últimos cortometrajes producidos en Madrid.”


Y os preguntaréis: ¿Y para cuándo el siguiente? Pues habrá que confirmarlo pero, en principio, tenéis una cita con el cine español el próximo martes 26 de mayo. Será una noche, de estrenos.

¿Acaso no es genial?
Sí, es demasiado genial.
Tenéis que estar allí. Creedme cuando os digo que esto merece la pena.
Es demasiado. Es vivir un estreno en el corazón de Madrid.
Es, al fin y al cabo, vivir Madrid.
Ahora… os toca a vosotros.

Agradecimientos a Miguel, por enseñarme un pedacito más de Madrid, y a su amiga Adela que nos acompañó durante toda la noche con una sonrisa. 

miércoles, 20 de abril de 2011

Dibujando la universidad... ¡en mi cabeza!

Día 6 de septiembre de 2010: Amanece en la 418. Es el primer día. El primero de muchos, supongo. Es uno de esos días en los que no importa si el despertador suena o no. Despierto. Entre mis sábanas se respira novedad, expectación, cierta curiosidad y algo de miedo ante lo desconocido.

Comienza un día que marcará el inicio de otros muchos. Es de lo que tantas y tantas veces me han hablado. Es empezar lo que para muchos ha sido “la mejor etapa de su vida”. Es conocer, por fin, qué es la universidad. Ya ha llegado. Ahora es de verdad. Está aquí. Los nervios de la primera vez revolotean por mi estómago. Huele a nuevo. Desayuno y clases. Vuelvo de las clases, abro mi cuaderno de notas y escribo:

“Todo es nuevo. Tan, tan nuevo. ¿Quién iba imaginar que en mi primer día de universidad iba a ver un capítulo de los Simpsons para analizar? Las cosas nunca ocurren como esperamos. Nunca. Esta carrera pinta genial. Por lo menos, ha empezado borrando la imagen rígida de Universidad aburrida, monótona, fría y distante que tenía. Estoy feliz, todo es tan, tan nuevo.”


Entonces, tocan a la pueta. ¡Toc! ¡toc!
No pregunto quién es. Son ellas. Las novatadas.

lunes, 4 de abril de 2011

Reinventando la Poesía...

Libertad. La palabra libertad siempre me ha gustado. Demasiado, diría yo. Solía, y suelo, repetirla en mi cabeza una y otra vez: Libertad. Libertad. Libertad. Una vez más: Libertad. Pero a mí lo que me gusta es sentirla, no repetirla. Quizás por eso la pienso tanto, porque me resulta difícil encontrar su referente en mi interior. Por eso me gusta. Y por eso la ansío. Y por eso la busco a cada segundo de mi vida. Quiero ser libre, entre tantas otras cosas. Libertad. Ser libre. Sentirme libre.

Noche del miércoles 30 de marzo de 2011. Madrid. Chueca. Calle Libertad. Número 8. Libertad 8 o “cueva de la canción del canta autor”. Es un café literario. Es poesía. Es música.  Es un cuentacuentos.  Es fotografía. Es pintura. Es historia. Es un libro abierto. Es ocio, y también cultura. Es, un lugar, único.
Suena música de fondo. No está sola. La acompaña un envolvente bullicio, palabras que se atropellan unas con otras. Las de una mesa españolas, las de la otra, italianas, las de aquella del fondo son inglesas y las de al lado alemanas. Las de mi mesa, argentinas. Risas. Carcajadas. Personas por doquier. Todos tan diferentes, y tan iguales.

No hay más sitio. Todo está abarrotado. Nunca antes había compartido mesa en un café con personas a las que no conocía. Uno es argentino. Me pide mi bolígrafo y escribe un poema, así en dos minutos. Yo lo miro anonadado. A él y a lo que me rodea. Me fijo en los flecos colgantes de las lámparas, en el pequeño escenario que hay al fondo, en el piano que hay en él, en las vigas de madera del techo... Vuelvo a mirar al argentino. Él se limita a devolverme el bolígrafo y  sonreírme. Se apagan las luces. Oscuridad. Susurros. Desaparece la música. Se hace el silencio, o casi.

-Buenas noches y bienvenidos al primer Slam primaveral de este año.

Dos focos iluminan el escenario; un hombre vestido con vaqueros, tirantes y traje de chaqueta se dirige a nosotros, su auditorio, que es cuanto menos variopinto.
-Hoy tenemos un menú de degustación de poetas biológicos.

Yo sigo tan anonadado como al principio. Cada palabra que pronuncia vuela por la sala hasta alcanzar mis oídos. Todo es rítmico, metafórico, sonoro y armonioso. Y esto no ha hecho más que empezar.

Las reglas son sencillas. “El primer ser humano que suba aquí” – comienza diciendo el presentador. “El primer ser humano que suba aquí”. Las palabras retumban en mi cabeza. “El primer ser humano que suba aquí…” ¿Ha dicho ser humano? Es demasiado genial. Demasiado. Genial.

Me pierdo entre mis pensamientos.  “No hay tiempo que perder”- escucho decir al moderador mientras coge un bote metálico que tiene dibujos de planetas.  Detrás de mí algunos ríen, comentan que es un bote de Nesquik y les hace gracia. Yo me fijo en que aparecen personajes de la conocida marca kukuxumusu. Entonces, recuerdo lo especial que es para mí la primera chica vasca a la que conocí al llegar a Madrid. Ella me enseñó que Kukuxumusu significa beso de pulga en euskera. Pero, volvamos al escenario. Una mano inocente ha sacado del bote una papeleta. El moderador pronuncia un nombre. Todos aplauden. Yo me dejo llevar y aplaudo pero no sé a quién ni porqué.

Ya está en el escenario. Es un poeta. Tiene tres minutos para deleitarnos con su poesía. Si excede el tiempo, el moderador da un trompetazo y el poeta recibe una penalización. Terminada la poesía, ¡votaciones! Cada mesa tiene una pizarra y una tiza. Comentamos rápidamente qué nos ha parecido, escribimos la puntuación y… ¡pizarras arriba! Todo el mundo aplaude. Ovación para el poeta que abandona el escenario, no sin antes coger otra papeleta del gracioso botecillo. Y… ¡turno para el siguiente!

Y así, uno tras otro, los poetas suben al escenario y buscan en las palabras, en la poesía, un referente físico para aquello que sienten. Buscan sentir, y que todos sintamos. Buscan compartir. Buscan hablar y hacer reír. Buscan contar y un despertar. En definitiva, buscan libertad, para ellos y para los que allí estamos. 

Y buscan buscar, y juegan con las palabras y las estiran, las reinventan, las juntan y las separan, las gritan, las cantan, las susurran, las rompen, las crean, las miman y, entonces, les dan alas. Y entonces, ellas… vuelan.

Y tras más de quince poetas; tras más de quince poesías, un pequeño descanso para hacer recuento y elegir a los finalistas. Y se vuelven a apagar las luces. Y vuelven a recitar los finalistas y se elige al ganador. Esta vez los puntos se dan en forma de aplausos, gritos y silbidos. Quien más entusiasmo haya causado, ese será quien haya ganado. ¿El premio? Respirar libertad durante un rato. ¿El del ganador? Una bolsita de caramelos y dos libros. En esta ocasión, Adversidades poéticas, de Carlos Aganzo, y Los lugares intáctos, de Luis Artigue. ¿La ganadora de hoy? Tulia Guisado. Hacía seis años que no recitaba, y la verdad es que venía muy nerviosa. “No quiero que suene a falsa modestia pero, estoy muy sorprendida”. “Gracias” Y para dar por finalizado este primer slam primaveral, nos deleita con el último poema de la noche que podéis ver y escuchar en http://poetryslammadrid.blogspot.com/

En cuanto a mí, sigo anonadado. Esta no es la poesía que hay en los libros. Me habían engañado. Esta poesía no tiene un esquema definido. Las hay más largas, más cortas, que riman y que no. Cantadas, recitadas, susurradas o gritadas. En inglés, en español o en el idioma que hable vos. Aquí no hay más reglas que el sentir y el saber transmitir. Más que poesía es un espectáculo, llamémoslo performance. Es un desfile de sentimientos, emociones, sensaciones, olores, ritmos, vivencias y experiencias que toman forma en la voz de los poetas. Es diferente a cualquier recital de poesía. Es algo único, irrepetible.

Estoy entusiasmado y exhausto y quiero hablar con alguien, que alguien me explique qué es todo esto. Silvia Nieva, una de las poetas organizadoras, me cuenta que surgió en los años 80 en Estados Unidos y que pronto se extendió a países europeos como Alemania, Inglaterra, Suecia, Francia o Austria. “En España se hizo por primera vez en Enero de 2008 aquí en Madrid, en Libertad 8. Ahora hay en otros sitios como Barcelona, Jaén o Mallorca.” Nos explica también que “Todo el que quiera puede participar y tendrá una copa gratis.” Me pregunto si la poesía puede escapar del papel así tan fácil y seguir siendo poesía a lo que ella añade que “Hay poemas que sobre el papel no valen, o al menos no tanto como cuando los recitas. La poesía escénica adquiere así una dimensión envolvente en la que la captación de la atención del auditorio es fundamental para poder provocar en él distintas reacciones”. Y, por supuesto, me intereso por saber cuándo será nuestra próxima cita “Nos reunimos aquí el último miércoles de cada mes. En abril estaremos aquí el martes 26 porque el día 27, con motivo de La noche de los libros, estaremos en El Círculo de Bellas Artes”.

“En Poetry Slam, cada poeta es distinto al resto, cada persona que está sentada es diferente. Cada uno de los que estamos aquí tenemos una experiencia vital muy distinta a la del resto y, al final, ella es la que habla. Cada cual proyecta una mirada que no es como las demás. Cada persona ve y siente algo distinto y eso es lo especial de Poetry Slam”.

La poesía sigue flotando en el aire. Yo floto en una nube de sensaciones nuevas. Ahora es vuestro turno: os toca a vosotros sentir; descubrir y querer descubrir; vivir y querer vivir Madrid.

Agradecimientos a Celia Peláez, ella me hizo descubrir el lugar y a mi vasca, mi "arrebatxo" Iera por todo lo que hemos vivido hasta ahora juntos.

viernes, 1 de abril de 2011

Sonrisas que lloran. Lágrimas que ríen.

Primeras horas del día 6 de septiembre de 2010: Después de la tormenta, viene la calma. Noche de reflexión. Las lágrimas se acabaron hace rato. Cada segundo ellos están más lejos. Cada segundo yo los necesito más cerca. Ahora estoy con un chico al que he conocido hace tan sólo unas horas. Sólo sé que habla casi tanto como yo y que es de Cáceres. Dicen que nunca hay una segunda oportunidad para tener una primera impresión. Desde luego la mía ha sido buena. Espero que la suya también. Vayamos despacio, no quiero hablar demasiado. Abro mi cuaderno de mano y escribo:

“Los echo de menos. ¡Qué fácil parecía saltar cuando no estaba al borde de un precipicio! Ahora todo me da vértigo. Aunque estoy feliz, mi compañero dice que soy majo. Yo creo que él también lo es. Creo, de momento sólo creo. Espero que la creencia se convierta en certeza, algún día.”

-          Buenas noches. –digo desde mi cama.
-          Hasta mañana - escucho

Entonces, mis ojos se humedecen y se me escapa una ligera sonrisa.


miércoles, 23 de marzo de 2011

Descubriendo el sabor egipcio.

En los techos, lámparas colgantes. De anticuario. En las paredes, el amarillo huevo se funde con el granate y ambos las cubren en forma de gruesas líneas. En algunas, hay cuadros colgados que evocan la cotidianeidad de las calles de Egipto. En una de ellas hay un tapiz en el que se aprecia la figura de un hombre que lleva un cántaro de agua de regaliz. En cada rincón del lugar, se respira aire egipcio.

Nos encontramos en la entrada del primer restaurante egipcio que se abrió en Madrid. Mientras un amigo y yo esperamos a Sagrario, fundadora junto a su yerno del restaurante, nuestra mirada de curiosidad devora todo cuanto hay a nuestro alrededor. Nuestras caras deben ser de impaciencia y perplejidad. Una voz da por finalizada la espera: “¡Pero si sois muy jóvenes!” - exclama Sagrario al vernos. Nosotros sonreímos, la saludamos y nos presentamos.

La textura de la piel de su rostro y el color de su pelo nos advierten de su larga experiencia. Sus ojos son de color miel y tonalidades verdosas. Su mirada, penetrante y cercana. Su voz risueña, cálida y envolvente. Es muy expresiva, gesticula todo cuanto dice con las manos y eso me gusta. Después de este primer contacto nos acompaña hasta una mesa en la que nos sentamos.  “¡Bueno chicos, ¿qué queréis que os cuente?” – pregunta.  “¡TODO!” – contestamos nosotros. Y los tres reímos.


Situado en la calle del Cardenal Cisneros número 15 (metro Bilbao), el restaurante SAMARA es el primer egipcio que se abrió en Madrid. “Fue en el  1988, pero en este local tan sólo llevamos un año”. Nos cuenta que se han trasladado por una cuestión de espacio y de deterioro del otro local, que estaba situado a tan sólo unos metros de distancia del actual. “Mi yerno es egipcio. Él y yo somos los socios.” Le preguntamos  por el origen del nombre y por la imagen que parece ser la que da identidad al lugar. “Samara quiere decir “mujer de piel tostada”, algo así como si dijésemos “mulata” en español. El dibujito que utilizamos como imagen corporativa, por decirlo de alguna manera, lo escogí yo de un papiro egipcio. No tiene ningún significado en especial, me gustó porque me pareció que la figura servía una comida y eso es lo que aquí hacemos: servir.” A continuación, nos cuenta cómo fue la acogida del restaurante a finales de los 80`. “En  los primeros años causó un fuerte impacto entre la población y durante mucho tiempo la gente estuvo parándose frente al restaurante para observar la máquina giratoria del Chawerma. Hoy en día la vemos normal pero en aquel entonces la gente no sabía ni lo que era. Llamaba mucho la atención”.

En un restaurante egipcio suponemos que los cocineros deben estar especializados en este tipo de comida y le preguntamos por sus nacionalidades. “Todos los cocineros son egipcios. Tenemos mucha facilidad para conseguir personal autóctono del país por la situación que allí viven.”  “Bueno  he de decir que hace un tiempo que trabaja con nosotros una chica marroquí. Hace cuscús los jueves y los sábados, y la verdad es que su incorporación ha sido todo un éxito”.

En cuanto a los clientes se refiere, nos cuenta que muchos de ellos son egipcios. Yo afirmo que esto es bastante ilustrativo de la similitud de la comida que aquí sirven con la egipcia a lo que ella reacciona inmediatamente: “No, no, no. La comida que aquí servimos no es similar a la egipcia, es igual, es la misma. Es la comida egipcia auténtica del país, la que cocinan y comen día a día los egipcios”.  Sagrario lo tiene claro, su restaurante es auténtico.

Nos revela que sus mejores clientes son españoles y, en general, gente joven. “¡Claro que para mí gente joven es un hombre de cuarenta años!” (Risas). “Las personas mayores no están habituadas a probar otros tipos de comida aunque desde que hacemos cuscús parece que cada vez viene más gente mayor”. Además, nos explica que después de tantos años ya tiene clientes de dos generaciones. “Me hace mucha gracia ver cómo los hijos de mis clientes de aquellos primeros años ahora vienen con sus amigos o sus parejas.”

El énfasis y entusiasmo que Sagrario pone en sus palabras, la ilusión que muestra por su trabajo y el ratito de charla que hemos tenido nos ha abierto el apetito y las ganas por degustar esta comida tan desconocida como apetecible para nosotros. 

Salsa picante

Hay un rasgo de distinción del restaurante que no podemos obviar: en todas las mesas hay un recipiente y una cucharita con una salsa de semillas rojas. Preguntamos a Sagrario qué es. “Es una salsa picante, muy picante, pero no tiene nada en especial. Lo curioso es que los egipcios la ponen siempre en la mesa, como nosotros el aceite para aliñar las ensaladas”. 


El primer plato que nos sirven se llama Taamella y es una fritura de verduras o croquetas. Vienen acompañadas con una salsa, tomate, cebolla y perejil.  También nos han traído Pan de Pita. Son como una especie de crepes pero de pan de trigo. Sagrario nos cuenta que tradicionalmente los egipcios comían con las manos, y muchos aún lo siguen haciendo. Este pan lo emplean como si fuesen unas pinzas para coger la comida, de ahí que los trozos de carne suelan ser tan pequeños. A continuación, nos sirven un plato de ensalada de cremas frías: Hummus (crema fría de garbanzos y especias), Tahine (crema de Sésamo y especias), Baba-gamus (crema de berenjenas y especias) y Yogur (crema de yogur con pepino y menta). Intenté decantarme por una, quería encontrar cuál era mi favorita pero me fue imposible.  



Al fondo, Taamella y ensalada de cremas frías.
En los laterales, el arroz egipcio y el Pan de Pita.
En primer plano el combinado de carnes.

Uno de los platos que más llama mi atención es un arroz egipcio hecho a base de fideos fritos con mantequilla, que casi podríamos decir que sustituye al pan, ya que lo utilizan como acompañamiento  para todas las comidas.  El combinado de carnes nos permite degustar la esencia de cada una de ellas: Kofta, Kabab, Pollo y Chawerma. El Kofta es como una salchicha enorme pero sin piel; Kabab significa cordero en árabe; y Chawerma está elaborado con filetes de ternera sazonada y asada en el espadón giratorio con tomate y cebolla. Todas las carnes están hechas al carbón, de ahí su especial sabor y textura. Le preguntamos si utiliza el rito Halal a lo que nos contesta que  “Casualmente el carnicero al que compro la carne desde hace unos meses sí que emplea este rito pero no es algo que digamos para atraer a una clientela específica. Me gusta que venga gente de todas las culturas y lugares. De hecho, hasta el día de hoy ha sido así. No quiero que esto se convierta en un lugar para un colectivo en concreto. Por eso, si me preguntan lo digo pero si no, no.”

Y para terminar de deleitarnos con su sabor, pastelitos egipcios que se llaman Bakhlawa hechos a base de hojaldre, miel y frutos secos (almendras, nueces o pistachos) y un té negro con hierba buena, “como les gusta a los ingleses, que han estado muchísimos años allí” dice Sagrario mientras lo sirve. Una breve charla sobre las revoluciones árabes pone punto y final a una cena en la que, cuanto menos, hemos respirado aire egipcio. Gracias Sagrario.



Un lugar que tenéis que conocer. Una comida que tenéis que degustar. Un aire egipcio que tenéis que respirar. No puedo encerrar los sabores, sensaciones y sentimientos entre las consonantes y vocales de una palabra porque en el momento en que lo hago, estoy matándolos, desterrándolos a lo que no son. Hasta aquí una breve descripción de mi experiencia, ahora os toca a vosotros sentir; os toca a vosotros descubrir y querer descubrir; vivir y querer vivir Madrid.

Agradecimientos a Javier, él me hizo descubrir el lugar, y a Chémi y su cámara, ellos lo descubrieron junto a mí.

martes, 22 de marzo de 2011

Cuando el adiós se hace definitivo.

Día 5 de septiembre de 2010: Es un adiós definitivo. Es un despegarte de los brazos de quien te dio la vida. Es un abandonar el hombro sobre el que tantas veces has llorado. Es un dejar atrás tanto, tantísimo…  
Es un estar al borde de un precipicio llamado presente. Es saltar al futuro, que siempre es tan incierto como prometedor. Es abandonar a tus otras dos mitades. Es dejarlas marchar. Es sentir que sus lágrimas te llaman. Es querer dejar de ser egoísta y no poder. Es sentir que haces lo que quieres, pero no lo que debes. Es demasiado duro. Demasiado…

Ya se han ido, ellos y mis pensamientos. Hay momentos en los que no piensas, sólo sientes. Este es uno de esos momentos. Ahora estoy aquí en un comedor enorme. Techos de cristal de formas geométricas. Bullicio. Gente. Mucha gente. Caras nuevas. Estoy sentado. Abro mi cuaderno de mano y escribo:

“Es un adiós, pero esta vez definitivo. Sólo siento. No pienso. Sentir sin pensar, a veces  es lo mejor. Ya está aquí. Es el momento. Ha llegado…  ¡salta!”
Entonces, salto.


miércoles, 16 de marzo de 2011

Madrid.

Día 3 de septiembre de 2010: Abandono Lorca, mi ciudad natal. Llego a Madrid. ¡Adiós  Lorca! ¡Bienvenida Madrid!
Madrid. Madrid. Madrid. Esa palabra es el centro de todos mis pensamientos de los últimos meses. Madrid. El pensamiento de cualquier bachillerato, como yo, ha debido girar en torno a otra muy distinta, selectividad quizás. Yo, sin embargo, no he podido evitar que Madrid monopolizase todos mis pensamientos.  Madrid. Madrid. Madrid. ¡Suena tan bien!
Mi agrado por esta ciudad no es innato a mi persona, aunque  sinceramente no sabría decir muy bien cuándo, cómo o dónde surgió. Quizás encontremos un porqué en la sensación de asfixia que vivía en Lorca, motivada por un problema personal que no era más que la imposibilidad de reconocerme a mí mismo como lo que era. Pero sólo quizás. En cualquier caso, llego a Madrid. Estoy en Madrid, ciudad que a tantos ha inspirado. Ahora mismo me encuentro en un parque al que llaman Retiro, “El Retiro”. Hay tantísimas personas a mí alrededor. Yo las miro. Ellas leen, pasean, ríen, parlotean, juegan, corren, brincan… Yo sólo las miro. Y sonrío. Las miro y sonrío. Y aquí estoy dispuesto a comenzar una nueva vida, con lo mejor de la vivida. Abro mi libreta de mano y escribo:
Acabo de poner los pies en Madrid. Pero no pienso vivir en ella. Yo he venido aquí para vivirla a ella. Quiero vivir MADRID.
Entonces, sonrío de nuevo.

Hace ya más de seis meses de aquellos primeros días en Madrid y aún sigo sorprendiéndome con los rincones que descubro cuando me pierdo por las calles de esta maravillosa ciudad. Y son esos primeros días los que constituyen la génesis de este blog que hoy nace.
Pero no nos engañemos, ViveMadrid.com no es sólo un blog. ViveMadrid.com es la historia de un estudiante universitario. Sí, pero puede ser la historia de muchos. Es el nacimiento de una nueva mirada, pero puede ser la mirada de muchos. ViveMadrid.com es aprender a vivir una ciudad. Es vivir Madrid. Es descubrirla, y querer descubrirla. Es recorrer sus calles, y querer hacerlo. Es respirar libertad, y sentir que lo haces. ViveMadrid.com es, y será, lo que TÚ quieras que sea.