viernes, 1 de abril de 2011

Sonrisas que lloran. Lágrimas que ríen.

Primeras horas del día 6 de septiembre de 2010: Después de la tormenta, viene la calma. Noche de reflexión. Las lágrimas se acabaron hace rato. Cada segundo ellos están más lejos. Cada segundo yo los necesito más cerca. Ahora estoy con un chico al que he conocido hace tan sólo unas horas. Sólo sé que habla casi tanto como yo y que es de Cáceres. Dicen que nunca hay una segunda oportunidad para tener una primera impresión. Desde luego la mía ha sido buena. Espero que la suya también. Vayamos despacio, no quiero hablar demasiado. Abro mi cuaderno de mano y escribo:

“Los echo de menos. ¡Qué fácil parecía saltar cuando no estaba al borde de un precipicio! Ahora todo me da vértigo. Aunque estoy feliz, mi compañero dice que soy majo. Yo creo que él también lo es. Creo, de momento sólo creo. Espero que la creencia se convierta en certeza, algún día.”

-          Buenas noches. –digo desde mi cama.
-          Hasta mañana - escucho

Entonces, mis ojos se humedecen y se me escapa una ligera sonrisa.


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